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El arte contemporáneo y su abuela desalmada

CONVERSACIÓN CON JUAN FERNANDO CÁCERES A PROPÓSITO DEL SALÓN NACIONAL DE ARTISTAS.

La estrategia más eficaz para incentivar el desinterés por los asuntos públicos, consiste en convocar acciones para participar en la construcción de un evento, acciones que nunca se realizarán porque las abuelas desalmadas no tienen ningún interés real por aceptar la participación de las voces que ha prostituido.

Los convocantes  y los convocados sabemos que estos últimos nunca serán tenidos en cuenta: he ahí el desinterés por la participación ciudadana y estética en los asuntos de interés público financiados con recursos fiscales: he ahí las razones que explican la pornocracia del régimen de  nuestra abuela desalmada.  Antes de que  nos agotemos en la espera y decidamos marginarnos del proceso anunciado por el Ministerio de Cultura, Liberatorio ha invitado a Juan Fernando Cáceres a que nos cuente como fue el 42 Salón Nacional de Artistas, cómo lo ve hoy y cómo lo proyecta para el próximo año.

Cáceres es artista plástico, investigador y  académico. Tiene claro, como muchos artistas, que a corto plazo no es posible prescindir de los curadores. Parece que el arribismo curatorial no podrá evitarse en el próximo Salón. Sólo esperamos que tenga algunos contrapesos por parte de la crítica y de los mismos artistas. La crítica resurge de sus cenizas y los artistas avanzados se han dado cuenta de que no pueden quedar reducidos a ser los ilustradores de las confusiones conceptuales de algunos curadores. Esperamos que el Salón Nacional no sea sólo para mostrar las investigaciones de los curadores serios. Ojalá que las ideas personales de los artistas finalmente tengan la oportunidad de volver abrir espacios de libertad. Ojalá que la crítica vuelva a ocupar su lugar y que la publicidad comercial no reduzca las ideas estéticas a mercancía.

Parte 2

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Cáceres fue el curador del Salón Regional del Caribe y se queja de que los visitantes del interior que fueron invitados al banquete visual no comprendieron el concepto del Salón. Considera que los críticos fueron a juzgar con base en sus propias expectativas e intereses personales y se perdieron la oportunidad de comprender la especificidad de los pueblos caribes. Se queja de la crítica, pero no porque la considere inocua, sino porque  el ejercicio crítico se ha banalizado en nuestro país. Y tiene razón. La crítica dejó de ser un asunto propio de los historiadores. Ahora se ha democratizado el ejercicio de la crítica: cualquiera puede ser crítico porque la historia ya no es importante. Nuestra época vive el día a día impunemente, sin dejar rastro alguno. El próximo Salón Nacional de Artistas deberá considerar un acompañamiento por parte de una crítica seria. El Ministerio de Cultura debe reconsiderar volver a vincular, como fue el proyecto original, el Premio Nacional de Crítica al Salón Nacional.

 

 

 

 

 

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