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Amor más allá de la muerte

El mejor lugar de Bogotá para vernos como urbanitas sobrevivientes son las ventanas del Museo de Arte Moderno. Esa excusa sirvió a su curadora María Elvira Ardila para encontrar  una exposición memorable. La lista de los artistas, la mezcla de generaciones, de técnicas, la humildad de los montajes, hasta la inexistencia del material informativo, todo contribuyó al juego del descubrimiento de unas obras extraordinarias. Obras difíciles de encontrar, otras obras solo conocidas de oídas. Que una curadura, busque en la experiencia del trauma diario del edificio del Museo, al confrontarse con ese adefesio, esa masa aberrante de la corrupción pública, ese mal llamado “Parque Bicentenario”, constituye una de las mejores tomas de posición en los últimos tiempos en el arte colombiano. Presentar el aquí y el ahora, mostrar la lucha por el sueño visto pero no conquistado, mantener la fuerza que yace en la mirada urbanita, son los legados de una exposición que merece ser recordada.

Fotografías: cortesía de Óscar Monsalve.

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