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Pintarse las uñas: una invitación del artista Eduard Moreno, a propósito de Provocarse el archivo, obra nominada al X Premio Luis Caballero.

Jorge, cómo estas. 

Leí atentamente los comentarios acerca de tus sensaciones con respecto a las muestras presentes del premio Luis Caballero. Me alegra profundamente que insistas en cuestionar las pertinencias del evento y sus autores. Gracias por incluirme en ellas. 

Como comprenderás nunca se puede estar de acuerdo con todo. Pienso que esa puede ser una de las únicas virtudes favorables heredadas de la modernidad, es decir el uso de la contradicción, y de la que aún podemos hacer uso. Esta época de levedades y concesiones de lo político correcto, ha olvidado el valor dialéctico de la oposición.  Y es apropósito de este desacuerdo que me animo a escribirte.  

Pensar contemporáneamente nos exige un ejercicio permanente e incluso desgastante.  Por ello no considero que el ejercicio de esos debates deba darse en la soledad  del muro blanco y neutro del block de la web. Los pensamientos son afectos por encima de todo y son distintos enfrente de la mirada del otro que al frente de la monologada pantalla de nuestros computadores.

Por ello quiero invitarte a construir este debate en torno a lo mismo juzgado tan Katianamente por ti en el mismo escenario de donde proviene el juicio. Te invito a que charlemos sobre precisamente nuestros afectos. Es decir eso que nos afecta. Agamben nos recuerda que lo pertinente en la contemporaneidad es propiciarnos nuevos juegos. Te invito por ello a pintarnos las uñas y confesarnos, o por lo menos a jugar a ello. 

Estoy firmemente convencido que no se pueden pensar ya los ejercicios plásticos desde las impresiones de la inauguración. Ese es un lastre moderno en sentido muy negativo. La construcción contemporánea exige más que eso. Exige que se construya en su propio tiempo. Ya no son posibles las revelaciones epifánicas de un genio nocturno que en la mañana puede revelarnos la condición ignota del mundo.   Creo más bien que una muestra es la dilatación en el tiempo de sus sentidos de red. Que su importancia radica en la capacidad de inclusión de los agentes y su afección en ellos. Una muestra debería interiorizarse por sus posibilidades, perspectivas y estados de potencia y no por sus aciertos inmediatos, pero para ello es necesario pensarse en la capacidad que ella misma tiene para generar vínculos y nuevos juegos. 

Una muestra debe ser construida por todos. No solo por el presunto artista. Ese es el ejercicio político real  que exige una experiencia financiada precisamente con dineros públicos. No el alimento o el detrimento de la genial idea del demiurgo comercial del arte histórico sino la construcción del juego por parte de todos. En este mismo sentido no creo tampoco que debamos seguir alimentando la idea de un discurso artístico solo para los pobres e ingenuos iniciados de nuestra paupérrima plástica nacional. La tautología que encierran los discursos  actuales en donde las propuestas solo se hacen desde el arte y para el arte son tan nocivas como la colonialidad del pensamiento o los avatares de la ligereza contemporánea.  

No podemos seguir haciendo arte de “artistas” solo para “artistas”. Es quizás más importante pensarnos políticamente todos, a creernos en algún lugar especial para denominarnos como artistas. ¿No será mejor denominarnos agentes? ¿Cierta idea que une la ética con la estética?  Si podemos superar este lastre, la herencia en el autor y el genio, que aún funciona como el régimen imperativo de la comprensión sensible y sacamos el arte de los juegos del poder interpretativo para unos cuantos, imagino que estamos por fin haciendo que nuestros actos colonizados se empiecen a superar. De ahí que empezar a pensar contemporáneamente es también desenmarcarnos de los prototipos modernos con lo que aún hacemos juicios.  

En espera de tu respuesta para acudir a esta cita, Eduard Moreno. 

Fotografías: cortesía Eduard Moreno. Tomadas de Facebook

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