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Estorbo: diálogo con la maestra Muriel Ángulo, a propósito de la exposición de Teresa Margolles en el Mambo.

Muriel Ángulo:

Estuve visitando la exposición de Teresa Margolles ayer en el MAMBO —a mi parecer bastante superficial y oportunista— y me llamo poderosamente la atención la presentación que de la misma hace el curador italiano Eugenio Viola en donde compara la crisis de Venezuela con la de Siria, mostrando un gran desconocimiento histórico de estas dos realidades vistas desde la óptica de un hombre blanco primer mundista con un claro sesgo imperialista. ¿Será otro impostor con mil y una maestrías y doctorados encaminados a alterar la historia de resistencia de los pueblos esta vez desde el Arte? No me extrañaría sabiendo quién es y a la élite que pertenece la directora de este museo.

Jorge Peñuela:

Maestra Muriel Angulo: su aporte es valioso. Como artista, usted se resiste a la indiferencia suicida de nuestros días. En efecto, como el Museo de Arte Moderno de Bogotá y la estética neoliberal encarnada en la artista Teresa Margolles, esta exposición no solo es un Estorbo ideológico para comprender a cabalidad las luchas actuales por la igualdad. Claro que sí: también es oportunista. Diríamos mejor: desde el punto de vista estético, truculenta; y desde una perspectiva ética, es descaradamente obscena y venal. 


Este tráfico obsceno con la sangre, el sudor y las lágrimas de miles de mujeres y hombres, debe ser denunciado una vez más. Este humanitarismo venal, pagado, es vergonzante. Si lo hemos dicho de la obra de Doris Salcedo, la cual es formalmente impecable, con mayor razón hay que denunciarlo en el caso de Teresa Margolles, que en lo formal nada aporta a la comprensión de las artes. 


Todo esto produce vómito: desapropiar de su dolor, de su sudor, de su sangre, de sus camisetas a los caminantes venezolanos, prendas supuestamente recogidas con la asepsia propia de la medicina forense; elaborar cerámicas, supuestamente con base en arcilla sacada de lugares en los cuales se ha derramado sangre de manera violenta; transportar piedras desde el río Táchira a Bogotá, extraídas de lugares en donde hubo masacres; exponer pequeños cubos elaborados en arcilla a manera de dolmens, en los cuales supuestamente se han comprimido camisetas sudadas de caminantes venezolanos; todo esto es producto de una estética que bien podemos denominar La Serpiente Emplumada, es decir, esa ostentación insensible del dolor de los otros, propia del humanitarismo neoliberal. Cosificar el dolor de los otros para volverlo mercancía es algo que no se puede permitir ningún hablante. Esta estética que tanto enternece a nuestras elites debe ser denunciada una vez más. Gracias por su aporte. Contamos con usted y su infatigable lucha por la igualdad de todas con todas y con todos. 

Estorbos deja algo: el nombre para una estética global: La Serpiente Emplumada.

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