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Los Espectros Marginables imaginan lo inimaginable

Luego de una sesión fotográfica con el fotógrafo Hernando Toro, nos paseamos ayer tarde por la carrera séptima de Bogotá, entre la Plaza de Bolívar y la Calle 19. Necesitabamos algo de la sustancia ética que sobrevive en los cuerpos espectrales que con su vitalidad asustan de cuando en vez a nuestros corruptos gobernantes.
 
A pesar de su cotidianidad espectral y marginal, lo que vimos sigue sorprendiéndonos. Nadie se ufana de su potencia: apropiarse de aquello que les pertenece y ponerlo al servicio de la vida.
 
Ninguno de aquellos cuerpos que se reinventan a sí mismos por medio de coreografías populares, se llama a sí mismo artista, pero ¡ay!, ¡cuánto arte se aprecia en esta espontaneidad popular!
 
Los artistas que sobreviven en el rebusque logran lo que ningún artista oficial logra: reunir diferencias. El arte oficial es monolítico precisamente porque excluye las diferencias. Al contrario, el artista popular saca un equipo de amplificación a la calle, y en torno a él o ella, se configura la esperanza de otro orden.
 
Sobrevimos nuestras miserias gracias a las artes populares que no reciben un céntimo del Estado.

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