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El curador como Institución política de la Globalización

Boris Groys (2014), estudia la coyuntura actual en la cual ante la mirada consternada del analista artístico, se baten las figuras del curador, el artista, el coleccionista de arte y el inerme visitante de instalaciones. Reconoce que Occidente otorga a los artistas un régimen especial en el cual la libertad, con todas las ambivalencias propias de esta idea en la modernidad, estructura la producción y exhibición de propuestas artísticas. Aclara que la libertad del artista es diferente de la libertad del curador. El primero es soberano. El segundo se encuentra regulado por la opinión pública, a la cual “representa”, y ante la cual responde públicamente por las elecciones que haga a nombre de ella.

Groys revisa dos conceptos importantes para comprender la actualidad: el concepto de poder de Foucault y el concepto de aura elaborado por Benjamin. Considera que el primer filósofo le sustrajo el componente personal que ostentaba el concepto de poder previamente a sus estudios. Por otro lado, corrige a Benjamin: el dispositivo de reproductividad no sólo reproduce la imagen. Principalmente, crea nuevos contextos y éstos son los que le otorgan aura a la imagen, una y otra vez.

La hipótesis más provocadora es aquella que plantea al curador como “representante” de un régimen democrático que instaura el artista de instalaciones. El argumento de la “representatividad” de la institución curatorial, se presenta sin mostrar cuáles son los procedimientos que llevan al curador a instituirse ante la figura del artista contemporáneo como “representante” del gusto del “público democrático”. No obstante, la omisión se justifica.  Esta última expresión es un sarcasmo, pues, al artista lo presenta como Rey Soberano que privatiza un espacio público, lo expone como un tirano que instaura un régimen democrático de cuyas reglas él mismo se excluye. Sin embargo, el objetivo de Groys no es el artista contemporáneo.  Va mucho más lejos: el político contemporáneo opera de la misma manera que el artista. ¿Quién sigue a quién en esta deriva metademocrática?[1] Estas nuevas modalidades de locura intelectual, de autoexclusión política, Foucault no las previó, a pesar de que vislumbró en la farándula el régimen artístico y político porn venir.

La tesis de Groys se formula dentro de un mundo que ostenta grandes exposiciones frecuentadas por visitantes globales. Ingenuamente, afirma que esta “masa global” que visita los museos más importantes del planeta, deslegitima la acusación que se le hace a los museos: constituirse en espacios para élites.  La tesis del filósofo que durante el 6 y el 7 de octubre de 2016 disertará en la XVIII Cátedra Internacional de Arte de la Biblioteca Luis Ángel Arango, carece de realidad real: ignora la situación de los artistas reales, todas y todos aquellos que sobreviven dentro del régimen metademocrático global.  A pesar de esta carencia, Groys acierta: la realidad del arte y la política contemporáneas son mercancías de Feria.

Bibliografía:

Groys, Boris (2014). Volverse público. Las transformaciones del arte en el ágora contemporánea. Buenos Aires: Caja Negra.

 

[1] (…) Es bien sabido también que la élite política contemporánea es parte de la cultura de la farándula global, es decir que es exterior a la sociedad que rige. Esta élite es global, extrademocrática, transestatal, exterior a cualquier comunidad organizada democráticamente, paradigmáticamente privada y, de hecho, estructuralmente loca, insana (Groys, 2014:67).

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