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El paraíso no / es aquí

El arte de vanguardia, el que abre horizontes inéditos –he aquí la paradoja– pasa por desapercibo para sus contemporáneos que suelen andar atrapados por las miserias en que se debate la vida.

Las ideas de los artistas suelen llegar a muy pocas personas, el envilecimiento contemporáneo es tal que las ideas estéticas ya ni siquiera llegan a los hombres y mujeres que pueden comprenderlas. No obstante, persiste en los/las artistas  un espíritu pitagórico, de secta, que potencia al máximo sus ideas cuando deciden cruzar la frontera de lo permitido sin autorización. Por esta razón, cuando se les exige a los artistas que se embadurnen de vida, se les envilece, se les humilla. A pesar de todos los ejemplos en contrario, la humillación no fue lo primero que Dios creó en la tierra.
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Un grupo de artistas residentes en Bogotá se han escapado de las rutinas que agobian a la ciudad y se han emancipado de los protocolos de circulación para las artes que campean en la Ciudad. David Lozano, Nelson Vergara, Francisco Klinger, Nicolás Cárdenas y Santiago Rueda han violentado el muro que restringe el pensamiento de los/las artistas colombianas: el dispositivo ecónomo-curatorial. Descubrieron el espacio más sugestivo con que cuenta el arte contemporáneo en Bogotá: una antigua fábrica de calzado del sector histórico de La Candelaria ha sido adaptada exitosamente, sin violencias superfluas, como taller de pensamiento artístico. Allí, en el Laboratorio Interdisciplinario para las Artes –lialab–, han pensado algunos materiales para hacer sensibles sus ideas. En uno de los lugares más bellos con los que cuenta nuestra ciudad, han tomado el concepto arquitectónico del espacio –lugar para hacer zapatos– y nos proporcionan otras herramientas para caminar en esta ciudad endiablada y sensible, violenta y terrible.
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El paraíso no / es aquí, es y no es un concepto curatorial. Lo es en la medida en que la expresión repliega sentidos insospechados que nos invitan a redesplegarlos. Este redespliegue es un ejercicio curatorial que no obliga a los artistas a pintar pajaritos o palmas de cera. Todo lo contrario, los conmina a ir más allá de lo que la expresión indica. No es un concepto curatorial porque los artistas no están interesados en esa figura de poder económico que agobia la libertad del artista contemporáneo. La expresión está allí sola, aislada pero irradiando una fuerza que alcanza a las obras individuales y a los espectadores. Esta-ahí para que la pensemos nosotros, los legos, no para conminar a los artistas, para someterlos y envilecer aún más la vida, y sus vidas.

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Al igual que El paraíso no / es aquí, idea que no pretende agrupar los pensamientos de los artistas, sino ser una obra más dentro del grupo, las obras de los artistas están-ahí, subsisten aisladas pero autónomas. Avasalladora y seductora la de Lozano, extraña, enajenante la de Vergara, sugestiva e inquietante la de Klinger, sutilmente calculada la de Cárdenas y desafiante la de Rueda. Todos los artistas tienen discursos sofisticados para hablar de sus obras. Es bueno que el artista muestre su solvencia del mundo, que no se deje reducir a la condición de cargaladrilos que le asignó el dispositivo ecónomo-curatorial del momento. No obstante, el discurso de boca del artista es malo para la obra. El artista debe ser cauto con el lenguaje, con su saber. Una palabra o un concepto extraartístico pueden romper el encanto de la obra, sacarla de su estar-ahí, puede resolver su enigma y vulgarizarla. Existen obras como las que se presentan en El paraíso no / es aquí que no merecen someterlas a esta vulgaridad. Los artistas de El paraíso no / es aquí, tienen claro está máxima y muestran mesura a este respecto. ¿Nuestra vanguardia está repensando nuevamente lo bello como horizonte? Sí. El cuidado, el esmero, la mesura y la medida que apreciamos en este grupo de obras es un indicador que debemos tener en cuenta en adelante. Bienvenida la propuesta y no se diga más al respecto
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Debemos volver a apreciar mejor esta exposición, en este lugar en el cual me sueño el Luis Caballero. Es una gran oportunidad para apreciar un trabajo personal y muy profesional. Es un ejemplo a seguir en Bogotá. Más artistas y menos curadores. ¡Qué vuelva la belleza autónoma en términos contemporáneos, por fuera de los espacios comprometidos con el capital, sin dios ni ley! Gracias a los artistas por su esclarecedora compañía el día de mi visita a La Zapatería. La exposición se puede ver durante el mes de febrero en la calle 13 No 2-71, de lunes a sábado, de 10 A.M. a 5 P.M.

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